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Agustín
IturraldeDirector Ejecutivo
¿Y si funciona!
25/04/2025
Los yerros tan comunes que los economistas comentemos en nuestras predicciones son un buen recordatorio de los límites de nuestra disciplina. Nunca está de más reiterar que la economía es una ciencia social que busca comprender la producción y distribución de recursos escasos. En la acertada búsqueda de rigurosidad se utilizan modelos matemáticos y estadísticos para intentar cuantificar y predecir, pero son eso, modelos. Un modelo no es otra cosa que una simplificación de una realidad infinitamente más sofisticada. Esa simplificación nos permite intentar analizar y sacar conclusiones de una realidad siempre más compleja. Es por eso que es tan difícil hacer pronósticos certeros que siempre dependen de supuestos que solo están fijos en el papel. En el caso de Argentina todo es más difícil aún. El chiste común en la ciencia económica es que existen cuatro tipos de países: los ricos, los pobres, Japón y Argentina, apuntando a las excepcionales características de la economía allende el Plata. Cuando vean a alguien totalmente seguro de lo que va a pasar en Argentina, agarren fuerte la billetera. Pero no estar seguro no significa no poder sacar en limpio algunas ideas. Parece claro que el optimismo para la economía argentina aumentó mucho en los últimos días, tomando fuerza la pregunta ¿y si funciona? Argentina tuvo un 2024 de relativo éxito económico, una baja de la inflación e indicios de recuperación de la actividad económica luego de las caídas de 2023 y la primera parte de 2024. Pero al optimismo con que se cerró 2024 se le cruzó un arranque de 2025 mucho menos auspicioso. En los últimos meses habíamos visto un deterioro del riesgo país, un aumento de la brecha cambiaria y lo más preocupante: un Banco Central perdiendo reservas para sostener el dólar oficial al valor que se había comprometido. La historia de un dólar sostenido artificialmente bajo no termina bien. El nerviosismo aumentaba por un acuerdo con el FMI que parecía nunca concretarse y los mercados comenzaban a apostar por una devaluación. En este contexto complejo, el viernes previo a la semana santa Caputo y Milei anunciaron un acuerdo con el FMI mucho más ambicioso de lo que todos esperaban, en especial los mercados. El gobierno acordó un nuevo sistema cambiario mucho más flexible y sostenido por una enorme capacidad de fuego gracias a los fondos frescos obtenidos. Hábilmente Caputo logró salir de la trampa en la que estaba con un tipo de cambio casi fijo. El mercado reaccionó muy bien, mucho mejor de lo esperado, al punto que el dólar oficial y blue convergieron casi al valor del oficial. Entonces, ¿qué pasará? Parece que tendremos algunos meses de tranquilidad financiera, con un dólar estable flotando dentro de las bandas establecidas. Mucho menos claro es el mediano y largo plazo de una economía que sigue prendida con alfileres, pero la posibilidad de que se afirme la baja de la inflación y el crecimiento económico es cada vez más significativa. La cosmovisión de Milei me parece simplista y dogmática. Sin embargo, la agenda de normalización de la economía es esencialmente correcta. Con muchas incertidumbres presentes es real la posibilidad de que Argentina deje de ser la categoría económica de hacer las cosas mal.