Columnas de Opinión

Diario El País Uruguay

Agustín
Iturralde

Director Ejecutivo

Un cambio de época

21/11/2025

Durante años, la política exterior de Estados Unidos hacia América Latina osciló entre la indiferencia y el automatismo. Un vínculo burocrático, sin ideas nuevas ni voluntad de involucrarse más allá de lo estrictamente necesario. Sin embargo, algo cambió. En muy poco tiempo, Washington pasó de mirar la región de reojo a asumir un nivel de compromiso que, para quienes siguen estos temas, resulta sorprendente. El giro más evidente está en el Caribe. La necesidad de Donald Trump de obtener logros en materia de narcotráfico lo llevó a desplegar una estrategia sin precedentes, tratando como objetivos militares a quienes considera responsables del tráfico en altamar. Este cambio incluye, además, asumir al gobierno venezolano -con probados vínculos con el crimen organizado- como un actor narcotraficante más. Así se abrió la posibilidad cierta de que finalmente se encamine la transición que la sociedad venezolana votó hace un año, un escenario que casi nadie consideraba plausible. Vuelve a escucharse: “esta vez es diferente, esta vez sí va a pasar algo en Venezuela”, porque es difícil imaginar que un gobierno realice semejante despliegue militar para luego no hacer nada. El vínculo de Estados Unidos con Argentina es el otro gran ejemplo del cambio de época. El respaldo político y financiero que la administración Trump -y, en particular, su secretario del Tesoro- le ofreció a Javier Milei en el momento más delicado de la campaña fue inesperado. Muy pocos creían que el “amor” entre ambos presidentes se traduciría en apoyo concreto. Pero Trump jugó fuerte, con recursos y con señales públicas inequívocas, para sostener la posibilidad de un giro económico profundo. Con el triunfo impactante de Milei a la vista, su apuesta parece haber sido un gran acierto. A esto se sumó el reciente acuerdo bilateral que busca facilitar el comercio y las inversiones entre Argentina y Estados Unidos. Un entendimiento que, sin exagerar, altera el tablero regional: por primera vez en décadas, Buenos Aires apuesta a dejar de aceptar su rol subordinado en el “patio de Brasil” para abrirse a una relación estratégica con la potencia global. Toda esta relación especial fue sintetizada por el prestigioso politólogo Andrés Malamud como una “invitación de Estados Unidos a Argentina al club de los países desarrollados”. Las razones de fondo no son del todo nítidas. Sin duda, el avance de China en la región encendió alarmas en Washington. Pero tampoco debe desdeñarse el factor humano. La presencia de Marco Rubio al frente del Departamento de Estado no es un dato menor: un político que habla español, que conoce la región en profundidad y que entiende su complejidad histórica. Él es la cara más visible de este enorme cambio en la política norteamericana. En su éxito o fracaso también se jugará buena parte de su futuro político, en tanto ha sido mencionado por el propio Trump como posible sucesor. Para bien o para mal, estamos ante una nueva etapa. Todo indica que terminó el tiempo en que Estados Unidos ignoraba sin más a América Latina. Ojalá este renovado interés se traduzca en más comercio, más integración y más oportunidades. Porque un cambio en cómo Estados Unidos mira a la región puede ser, si sabemos aprovecharlo, un cambio en cómo la región mira su propio futuro.