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Agustín
IturraldeDirector Ejecutivo
Prioridades claras
10/10/2025
n la política, como en la vida, la diferencia entre el éxito y el fracaso a menudo radica en la claridad de las ideas. Para un gobierno, definir con precisión sus prioridades no es solo una cuestión de estrategia, sino una condición imprescindible para lograr cambios efectivos y duraderos. La historia reciente de Uruguay ofrece ejemplos claros que respaldan esta afirmación. Los primeros años de un gobierno representan un período único, cuando se dispone de mayor tiempo, recursos y capacidad política para impulsar reformas trascendentales. Sin embargo, esa oportunidad se puede perder si en ese momento no se establecen metas concretas y alcanzables. Los obstáculos crecen con el tiempo, y las reformas que se lograron poner en marcha en los primeros meses suelen volverse cada vez más complejas, si no imposibles, de implementar después. La historia demuestra que los gobiernos que consolidaron agendas claras y decididas en su primer año y medio lograron, en general, avances significativos que dejaron una huella perdurable: Lacalle Herrera, Vázquez en su primera etapa y Lacalle Pou han sido ejemplos de ello. Por el contrario, gobiernos que carecieron de una visión concreta en sus primeros años, o que entraron en una especie de inercia, nunca lograron transformar las estructuras o las políticas que prometieron. El gobierno de Tabaré Vázquez en su segundo mandato es un ejemplo de ello. La falta de una agenda clara condujo a un período donde las reformas quedaron en el limbo. A diferencia de los gobiernos nombrados en el párrafo anterior, es difícil recordar una sola transformación relevante del período 2015-2020. Hoy, el nuevo gobierno enfrenta un escenario similar. Hasta ahora, parece que muchos de sus integrantes, salvo excepciones como el Ministro de Economía, no tienen una hoja de ruta claramente definida. La reciente iniciativa del Ministerio del Interior de dedicar todos estos meses a hacer “un plan” ejemplifica esta confusión. No hay ideas claras hacia dónde se debe mover la cosa. La oportunidad de aprovechar ese período inicial, caracterizado por mayor capacidad de maniobra, se está diluyendo en dudas y en planes aún no concretados. Es fundamental que los líderes políticos comprendan que la gestión exitosa requiere ideas claras y coraje político. Priorizar los cuatro o cinco temas (difícilmente se puede mucho más que eso) por los que vale la pena “gastarse” el tiempo, los recursos económicos y el capital político. Definir por qué se lucha desde el principio. Sin una agenda clara que concentre esfuerzos en unas pocas reformas estratégicas, el riesgo es que la administración quede atrapada en tareas menores, sin avances sustantivos en los temas que realmente importan. El arranque de este gobierno muestra un riesgo muy evidente de atravesar el período sin reformas importantes. Cuesta ver dónde cuáles son los temas en los que el gobierno está dispuesto a mojarse para que salgan. El ministro de economía es casi el único que parece tener cierta claridad de conceptos, pero sus ideas enfrentan las naturales restricciones de la base social de su partido. Muchos otros jerarcas parecen atrapados en la gestión diaria, comentaristas de la realidad, sin transmitir ninguna claridad conceptual de por qué pretenden que sea recordado este gobierno.